jueves, 10 de abril de 2014

ESCRITORAS (II): LA BALADA DEL CAFÉ TRISTE, DE CARSON McCULLERS

Este mes de abril, nos decantamos por una de las escritoras (y uno de los relatos) más originales del siglo XX. Si quieren introducir un contrapunto imaginativo y anómalo en sus vidas en unas fechas tan señaladas como las de Semana Santa, no duden en perderse en este pequeño pueblo olvidado de Estados Unidos. Lo agradecerán (y sus familias también).

LA BALADA DEL CAFÉ TRISTE (1951),
DE CARSON McCULLERS


Un pueblo cualquiera del sur. Los días transcurren sin que nada pase. El calor sofocante del verano convierte en desiertos las pocas calles polvorientas. Sólo cuando llega la noche se aplaca el infierno y el aire empieza a destilar ramalazos de olor a whisky clandestino. Entonces, sentadas en el porche, las personas normales mascan tabaco que luego escupen sin importarles la dirección en la que sopla el viento. La rutina de lo normal, de lo que tiene que ser, ha ennegrecido de tal forma el color de sus vidas que lo viejo se ha convertido en la imagen de lo perpetuo, de lo lineal.
     Un pueblo cualquiera del sur en el que los complejos individuales hace tiempo que fueron devorados por el complejo colectivo. Nada se puede decir porque ya está todo dicho. Todo es perfecto en la rutina diaria; nada rompe la normalidad.
     Sin embargo, a veces ocurren sucesos extraordinarios que cambian el devenir de las cosas, el rumbo exacto de la vida. Sentados en el porche, los habitantes del pueblo dejan de mascar tabaco al ver cómo, desde el apagado horizonte, se acerca la figura animalesca de un enano deforme y jorobado. Tras el impacto inicial, es acogido por Miss Amelia, mujer grande, hombruna y desgarbada que, pasados unos días, convierte, junto al recién llegado, un viejo almacén en un café. Pronto, el local se transforma en un lugar de reunión en el que el whisky se convierte en catalizador de lo esencial de cada uno de sus clientes, en un universo clandestino e individual en el que todos cantan, beben y viven.
     Pasados unos años, Miss Amelia, que había estado casada con Marvin  Macy (guapo, alto y deseado ) se enamora del enano . En ese momento, la frustración amorosa provocada por la ruptura con Marvin se convierte en amor absoluto y sincero. Así, en la imperfección del jorobado encuentra el amor perfecto que no encontró en la perfección de Marvin Macy. Desgraciadamente, toda esta armonía se rompe con la salida de la cárcel y la vuelta al pueblo de éste. El enano, fascinado por el expresidiario se convierte en su sombra. Ambos se alían y,  tras una grotesca pelea entre Miss Amelia y Marvin, desvalijan el café y se van del pueblo, condenando a la mujer, de nuevo, a la soledad del amor frustrado.
     El universo que nos presenta McCullers está plagado de personas desheredaras y solitarias, de pueblos tristes y de vidas rutinarias. La belleza de la vida reside en la belleza de lo imperfecto, de lo defectuoso; de lo que no es normal. Enfrenta el convencionalismo perfecto y colectivo, a la individualidad imperfecta de enanos, bizcos y jorobados orgullosos de ser dueños de su propio destino.

Martín López Rosales, profesor de Lengua Castellana y Literatura, I.E.S. José Cadalso

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